La importancia de la apariencia física

A través de la apariencia podemos mandar mensajes implícitos a otras personas de cómo es nuestra personalidad, nuestra actitud ante la vida o cuáles son nuestros intereses. La mayoría de estos mensajes son inconscientes y los transmitimos de manera involuntaria.

¿La apariencia puede tener alguna utilidad fuera del plano físico? La respuesta es sí. Un gran ejemplo de esto son las entrevistas de trabajo. Cuando realizamos una, siempre intentamos cuidar nuestra apariencia para dar una buena imagen de nosotros. Desde cómo nos vestimos a cómo llevamos el pelo, para poder generar una buena impresión al entrevistador.

¿Influye la apariencia en nuestros juicios morales y valores?

Los criterios estéticos varían según las épocas, manteniendo una tendencia a discriminar y a excluir a aquellas personas que no corresponden al modelo privilegiado del momento. Los conceptos de belleza y fealdad suelen estar relacionados, consciente o inconscientemente, con el bien y el mal, el crecimiento y la decadencia, la vida y la muerte. Estas dicotomías que no se basan más que en estereotipos se proyectan en el cine, la literatura, la publicidad, etc. ¿Te imaginas si en La Sirenita Ariel hubiera tenido el físico de Úrsula y viceversa? ¡Nuestra manera de empatizar con los personajes habría cambiado!

¿Quieres saber más? Visita nuestro artículo sobre el efecto halo y descubre cómo un sesgo cognitivo hace que extrapolemos unas cualidades (en este caso la apariencia física) a otras que no guardan ninguna relación (como, por ejemplo, la bondad, la inteligencia o la simpatía).

Entonces… ¿puede la belleza librarnos de prisión?

Cien Humanos, producido por la plataforma Netflix, se propuso encontrar una respuesta a esta pregunta y para ello realizó un experimento. En él, se dividió a los «humanos» en dos grupos y se les pidió que, tras oír hechos probados en juicios, decidieran la duración de la pena de tres acusados. La información que los dos grupos recibieron fue la misma, a excepción de un único detalle: a los dos grupos se le mostraron fotos distintas de los «convictos». Mientras que en el grupo A se mostraron imágenes de modelos considerados atractivos, al grupo B se le mostraron imágenes de modelos que no encajan con los estándares de belleza. ¿El resultado? Los convictos más atractivos recibieron un menor tiempo en prisión por parte de los entrevistados. Este resultado es invariable del delito: no importa si se trata de delitos administrativos o de crímenes de sangre.

Los productores de Netflix no han sido los únicos en hacerse esta pregunta. Múltiples estudios han descubierto que los acusados poco atractivos tienen más posibilidades de ser declarados culpables en comparación a los acusados atractivos, aunque ambos estén en una situación similar. Un estudio que la Universidad de Cornell realizó en el 2010 descubrió que «los acusados poco atractivos tienden a recibir condenas más largas y duras, con una media de 22 meses más de prisión». Esto se debe a que los jurados son pensadores emocionales, por lo que tienden a tener en cuenta factores jurídicamente irrelevantes como «la apariencia, la procedencia, el género y la clase social» cuando concluyen que un acusado «parece» un delincuente.

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Ted Bundy – Florida Photographic Collection

La experiencia en los juicios

Cualquier abogado que se haya enfrentado a un juicio, puede decir que por experiencia que el atractivo cuenta. Saben perfectamente que la apariencia puede suponer una oportunidad o un problema para el acusado. Muchos abogados han visto que el beneficio que tiene un cliente de aspecto «normal» respecto a otro que no lo es tanto.

Una mala apariencia puede determinar que el jurado piensa que, si no te preocupas ni por ti mismo, por qué lo tienen que hacer ellos. Por eso muchas veces se dice, valórate a ti mismo si quieres que los demás te valoren. Por lo tanto, la forma en la que un acusado se presenta frente a ellos supone jugar un papel importante en ese resultado.

A pesar de que muchos pensemos que no tenemos prejuicios, la realidad es que sí. Es algo inevitable y nos sucede constantemente, ya que nuestro cerebro estructura todo lo que vemos y sentimos de forma simple y sencillo, es algo natural. Aun así, podemos y debemos dar una oportunidad a las personas que no nos han causado una buena impresión de primeras. Conocer a las personas en profundidad siempre es la mejor manera, aunque nuestro cerebro no esté por la labor. No es la primera vez que podemos ver u oír que las apariencias engañan y que, por el simple hecho de tu apariencia, puede abrirte o cerrarte muchas puertas.

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