Las funciones ejecutivas son procesos cognitivos complejos que afectan notablemente en el rendimiento académico y escolar, pero no solo en este ámbito, sino también a la hora de tomar decisiones, de planificarnos e incluso de organizarnos. Para entender bien su complejidad, vamos a centrarnos en primer lugar en definir este concepto y sus componentes.

¿Qué son las funciones ejecutivas?

Las funciones ejecutivas están relacionadas con las habilidades y actividades mentales que llevamos a cabo para alcanzar unos determinados objetivos y relacionarnos con nuestro entorno, sobre todo con aquellos que sean novedosos.
Si nos paramos a pensar, cada día nos enfrentamos a situaciones nuevas y, por muy sencilla que nos parezca esta tarea, nuestro cerebro tiene que «ponerse en marcha» para labrar una serie de soluciones ante ese problema nuevo y predecir sus posibles resultados. Es una situación que requiere un gran esfuerzo y que hacemos a diario sin darnos cuenta.

Durante todo este proceso, actúa el llamado control ejecutivo que se encarga de «ordenar» el proceso en cuestión de segundos gracias a los componentes de los que está formado:

  • Memoria de trabajo: es la encarga de acceder, mantener y manipular esa información nueva que lleva hasta nuestro cerebro.
  • Planificación: una vez identificada la información, necesitamos crear y organizar los pasos necesarios para conseguir el objetivo que queremos alcanzar.
  • Fluencia: este término hace alusión a la velocidad que posee nuestro cerebro para procesar toda la información que nos llega y emitir una respuesta hacia ella.
  • Flexibilidad: tras estos procesos, es importante determinar los comportamientos que adecuaremos a la situación y, a su vez, trabajaremos en varias actividades a la vez.
  • Inhibición: este concepto resulta fundamental, ya que es el encargado de ignorar toda la información que no resulta relevante durante el proceso cognitivo.
  • Toma de decisiones: finalmente, necesitaremos elegir, entre todas las opciones que ha generado nuestro cerebro, la que mayores beneficios nos aporte y la que nos suponga un menor coste.

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Las funciones ejecutivas y el área prefrontal del cerebro

Este tipo de funciones cognitivas se localizan en el área prefrontal del cerebro, donde se encuentra el funcionamiento del control ejecutivo. Normalmente, llegan a su plenitud en torno a los 25 años, pero mientras no existan problemas neurológicos graves, todos podremos entrenar nuestras funciones cognitivas y hacerlas más precisas. De hecho, se suele hacer un símil entre las funciones ejecutivas y los ordenadores, donde el cerebro sería el PC y las funciones ejecutivas serían el informático que se encarga de ponerlo en marcha. Si este está muy preparado, será capaz de sacar un mayor partido y rendimiento al «ordenador».

En lo que se refiere a nuestro cerebro, dentro del área prefrontal, las funciones cognitivas se localizan en tres áreas diferenciadas:

  • El área dorsolateral: esta zona está estrechamente relacionada con los procesos de razonamiento, flexibilidad cognitiva, formación de conceptos y en la resolución de problemas. Además, interviene en otros procesos como la atención o la memoria de trabajo.
  • El área cingulada anterior: es la encargada de realizar las acciones voluntarias en el terreno motivacional y en la detección de errores. A su vez, nos ayuda a dividir nuestra atención en varias tareas y no centrarla en una sola.
  • El área orbitaria-ventral: este área es fundamental a la hora de regular nuestras emociones y nos capacita para examinar los riesgos y beneficios de las decisiones.

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¿Cómo afectan las funciones ejecutivas en el rendimiento escolar?

Durante la etapa escolar, el cerebro está en pleno funcionamiento y el aprendizaje estrechamente ligado a nuestro correcto funcionamiento del sistema nervioso. En lo que se refiere a las funciones ejecutivas, estas son capaces de permitir que los alumnos puedan establecer un plan de estudio; se administren las tareas; reaccionen ante los problemas y actividades; y no se distraigan durante la clase. Es decir, regulan el buen comportamiento del alumno tanto psicosocial como en lo referido a su educación.

Puede suceder que algunos niños presenten déficits en el control ejecutivo. En ese caso, el alumno puede manifestar una serie de dificultades que afectan a su rendimiento escolar como veremos a continuación:

  • El alumno puede verse afectado a la hora de seguir la clase y de prestar la atención que requiere la actividad. Esto puede suponer un problema para tareas como la lectura, escritura o el cálculo mental.
  • Su toma de decisiones se puede ver afectada y, por lo tanto, tendrá dificultades a la hora de planificarse. De esta forma, el alumno necesitará de la supervisión paterna y de los profesores para gestionar su tiempo y realizar las actividades de manera óptima.
  • Pueden presentar una baja flexibilidad cognitiva que se manifiesta a la hora de cambiar de materia o actividad. En estos casos, los alumnos se frustran ante nuevos conceptos o si comenten errores.
  • Se producen una alta presencia de comportamientos impulsivos y graves dificultades para concentrarse.

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De este modo, y como hemos visto, las funciones ejecutivas influyen notablemente en el rendimiento académico, pero también en otros muchos campos. Por ello, es importante que se trabaje el control ejecutivo para desarrollarlo y para conseguir fomentar la concentración, la tolerancia a la frustración, la atención y la memoria.
Todo ello se puede trabajar mediante una serie de actividades para que después este aprendizaje se pueda llevar a cabo en el ámbito escolar.