¿Qué son las emociones?

A pesar de que todo el mundo tiene una noción de lo que son las emociones, en muchas ocasiones estas son muy complejas –  sobre todo a la hora de identificarlas. Haz una prueba: tómate un minuto y enumera todas las emociones que se te vengan a la cabeza. Seguro que en algún momento de tu vida has pasado por cada una de ellas, pero: ¿las identificaste como tal en el momento de tu reacción? Para ganar en salud e inteligencia emocional es importante saber identificar qué son las emociones, cómo detectarlas y para qué sirven.

“Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla”.

Wenger, Jones y Jones

Vamos a empezar por lo simple. Una emoción es nada más y nada menos que una respuesta de nuestro cerebro. Esta respuesta es psicofisiológica y actúa en tres niveles distintos de nuestro cuerpo y cerebro: psicológico, fisiológico y conductal.

¿Cómo surge una emoción?

Percepción del estímulo

Muchas de nuestras emociones se originan en la amígdala. Esta parte de nuestro sistema límbico forma parte del cerebro primitivo (o cerebro reptil): ¡está en nuestro sistema incluso siendo embriones! Es por esto que la amígdala está en control de nuestras emociones «más irracionales». La amígdala esta repleta de neuroreceptores que se activan cuando reciben información sensorial. Esto inicia una serie de mecanismos en otros niveles de nuestro cuerpo para prepararnos ante una situación. En otras palabras, las emociones de sorpresa, miedo o angustia son reacciones pensadas para nuestra superviviencia y adaptación.  Estos dos términos están relacionados con otros dos aspectos de las emociones: algunas son innatas y otras son aprendidas.

Un dato curioso: nuestra amígadala no responde ante estímulos concretos, sino ante contextos.

Respuesta fisiológica

Los mecanismos que se activan en nuestro cuerpo son mayormente fisiológicos. Estos procesos son involutarios y es la respuesta directa de los neuroreceptores. Entre ellos encontramos el cambio en nuestra presión sanguínea y tono muscular (preparando nuestro cuerpo ante una situación de peligro en el que tengamos que huir o defendernos), secrecciones hormonales (las mensajeras químicas que afectan a nuestra conducta y cuerpo), respiración…

Os ponemos un ejemplo: el deseo. En un contexto en el que encuentras a una posible pareja sexual, tu amígdala responderá segregando oxitocina (que provoca una sensación de excitación) y activará los mecanismos para que tu cerebro envíe más sangre a tu zona pélvica.

Cambio en nuestra conducta

Por otra parte, las emociones tienen una respuesta conductal. Es decir, ante las emociones, cambiamos nuestra forma de comportarnos. Las emociones se manifiestan a través de la comunicación no verbal y activan mecanismos comunicativos. Entre ellos, cabe destactar las expresiones faciales, el tono y la postura. Por lo tanto, las emociones tienen un gran peso en nuestras relaciones interpersonales. Nuestra capacidad para detectar nuestras emociones propias y las ajenas tiene un gran peso en nuestra sociabilización.

Seguimos con nuestro ejemplo: después de que nuestro cerebro haya preparado nuestro cuerpo para un acto sexual, cambiaremos nuestro comportamiento respecto a nuestra posible pareja. Por ejemplo, modularemos la voz para que se nos encuentre atractivos (más aguda en las mujeres y más grave en los hombres).

¿Sabías que…

… es más sencillo para las personas detectar las expresiones faciales positivas?  Te dejamos aquí un artículo al respecto.

Estado subjetivo = Emoción

Pero, como ya os adelantábamos antes, las emociones son mucho más complejas y en ocasiones dejan de asociarse a estímulos simples.

¿Sabías que…

…existen más de 15000 palabras en inglés utilizadas para describir emociones?

El fin de esta cadena de mecanismos que forman una emoción es un estado subjetivo: la forma en la que nos sentimos, el contexto y  el resultado de la situación se registran en el cerebro. Este registro genera una especie de memoria emocional. Nuestro cerebro asocia estímulos a estados emocionales previos, aunque en muchas ocasiones no recordamos el origen y causa de ese estado. Mientras que muchas personas adoran a los perros, otras les tiene un miedo atroz. Eso se debe a que la memoria emocional hacia los perros es distinta entre las personas. Quizás una fuese atacada por un perro en la infancia, por lo que se asocia con estado emocional de miedo y dolor, mientras que otra tuviera un perro de mascota.

En otras palabras, las emociones se aprenden y nos permiten crear estrategias para responder ante la presencia de ciertos estímulos y detectar situaciones. Las emociones son, por lo tanto, cognitivas.

Ekman definió seis emociones básicas:

  • Alegría
  • Tristeza
  • Ira
  • Asco
  • Miedo
  • Sorpresa

Como las emociones se vinculan a memorias y a un contexto (en el que influye de gran manera nuestra cultura), estas han evolucionado a una gran variedad de diferentes estados que podemos identificar: decepción (tristeza), alivio (alegría), desconfianza (asco)…

inteligencia emocional

Su función

Ya hemos visto algunas de las funciones que siguen las emociones, así que vamos a reorganizarlas y a añadir matices:

  • Sirven como expresión y regulan nuestras relaciones con los demás. Es decir, cumplen una función comunicativa para obtener información propia y de nuestro entorno.
  • Nos preparan para hacerle frente a una serie de distintas situaciones.
  • Nos guian hacia estrategias eficaces y nos motivan para resolver conflictos. Nos ayudan a evolucionar y adaptarnos.

Las emociones son, por lo tanto, positivas (¡incluso la que consideramos como negativas!). Ante estas últimas, lo que debemos hacer es identificarlas y regularlas para entender qué ha causado que nos sintamos así y cómo podemos solventar la situación.

Ejemplo práctico:

Si consideramos que una persona no nos trata bien, lo sano es demostrar nuestro enfado. Esto sirve para que esa persona entienda que no nos gusta su comportamiento y cambie su conducta en el futuro.. Además, nos ayuda a expresarnos y no sentirnos frustrados. Sin embargo, es necesario regular esta emoción: si mostramos ira o alimentamos nuestro enfado, seremos nosotros los que maltratamos a una persona mientras alimentamos una emoción que tiene efectos negativos en nosotros mismos.

¿Crees que tienes problemas gestionando tus emociones? ¡Consulta a nuestras psicólogas!