Vivimos en una sociedad en la que los estereotipos lo marcan todo, de hecho, da la sensación de que tenemos una necesidad imperiosa de poner etiquetas a todo, incluso a las personas.

Si echas la vista atrás, seguro que recuerdas alguna etiqueta que te ponían tus padres, profesores o amigos o, incluso, tú mismo se las ponías a otros; torpe, tímido, empollón, vago, listo, son algunas de las más comunes.

Todas estas etiquetas no son simples palabras, de hecho se consideran juicios de valor que provocan que esa persona a la que se le ha puesto la etiqueta se crea que es su rasgo más definitorio, llegando incluso a basar su personalidad en este aspecto a lo largo de su vida.

En relación a este tema, el psicólogo estadounidense Martin Seligman publicó la Teoría de la indefensión aprendida en la que constató que todas aquellas personas que son sometidas a diferentes comentarios que actúan como etiquetas, terminan comportándose como tal.

Por este motivo, es muy importante cuidar este tipo de conductas con los más pequeños, ya que les pueden afectar emocionalmente creyendo que esas etiquetas son las que les definen y dañando su autoestima, sobre todo si provienen de un adulto.

Por lo tanto, trata de evitar frases como “Eres un patoso”, “No seas llorón”, “Eres la mejor de la clase”, “¡No paras quieto, eres un revoltoso!”. De por sí, pueden resultar inofensivas, pero si se repiten una y otra vez, estarás educando en etiquetas y podrá llegar, incluso, a suponer un problema en los más pequeños.

Por ejemplo, si desde pequeño te han dicho que eres un llorón, cuando quieras llorar por necesidad, intentarás reprimir el llanto y lo verás como un síntoma de debilidad en lugar de una necesidad de todo ser humano.

Educar en la confianza y la aceptación es el camino correcto

Es importante que tanto el personal docente como los padres, eduquen a sus hijos con unos fuertes valores basados en la confianza, el respeto y, algo que a veces se olvida, en la aceptación.

Como adultos, tenemos que ser capaces de que los más pequeños se quieran tal y como son, con sus defectos y virtudes, y que estos no les condicionen cuando tengan que tomar una decisión.

Para ello, es importante que les ayudemos a conocerse a sí mismos para que aprendan a escucharse y a ser conscientes de sus necesidades y limitaciones y, con ello, tengan una mayor tolerancia a la frustración.

Llevar a cabo todos estos consejos, a veces puede parecer difícil, por ello, os animamos a que acudáis a terapia si veis que vuestro hijo o, incluso, vosotros mismos estáis atrapados en estas etiquetas sin ser capaces de salir de ellas; estamos para ayudaros.