La capacidad de adaptación a nuevas situaciones es uno de los retos a los que nos tenemos que enfrentar, prácticamente, día a día. Para algunas personas se trata de una tarea compleja, ya que eso supone salir de su zona de confort, por eso es importante que trabajemos en ello y nos adaptemos a todo lo que nos pueda surgir por el camino. ¿Cómo podemos hacerlo? A través de la flexibilidad cognitiva.
¿En qué consiste la flexibilidad cognitiva?
La flexibilidad cognitiva se define como una capacidad que posee nuestro cerebro para adaptarnos a situaciones totalmente novedosas o que se suceden sin previo aviso.
Esta capacidad se puede referir, por un lado a los pensamientos que tenemos hacia un asunto o a la conducta en sí. Dicho de otra manera, la flexibilidad cognitiva nos permite ser conscientes de que algo no funciona y, una vez que nos hemos dado cuenta de ello, cambiar nuestra conducta para adaptarnos a esa nueva situación. De este modo, la flexibilidad cognitiva es una parte fundamental en nuestro aprendizaje cotidiano y nos permite luchar por nuestros objetivos.
Pero, como en la mayoría de las cosas de la vida, la flexibilidad cognitiva también tiene su cara B, en este caso se llama rigidez cognitiva. Esta nos provoca justo lo contrario, es decir, nos imposibilita el crecimiento y la adaptación a nuevas situaciones. De esta manera, una persona con una capacidad cognitiva rígida, podrá permanecer durante un largo periodo de tiempo, años inlcuso, anclada en pensamientos que le hacen daño, pudiéndole provocar ansiedad, obsesión o depresión.
¿Cómo trabajar la flexibilidad cognitiva?
Si crees que eres de esas personas que tienen rigidez cognitiva, no te preocupes, ya que existen diversas técnicas y herramientas que nos permiten potenciar y trabajar la flexibilidad cognitiva.
Escuchar nuestros pensamientos
Ser capaces de escuchar nuestros pensamientos, es una de las cosas más importantes para nuestro bienestar mental. No solo para desarrollar esta capacidad, sino para todos los ámbitos relacionados.
Para ello, debemos ser capaces de observar lo que nos dice nuestra mente como si lo viéramos desde el punto de vista de alguien que nos observa o al que se lo estuviéramos contando. De este modo, conseguiremos darnos cuenta de aquellos patrones que realizamos continuamente o esos caminos que escogemos día sí y día también sabiendo que lo único que nos provocan es daño.
Una de las formas para trabajar este punto es a través de la meditación, ya que de esta manera somos más conscientes de nuestros pensamientos y estamos trabajando por y para escucharlos. Además, con ella aprenderemos a separar el vínculo que existe entre nuestros pensamientos y las conductas que elaboramos todos los días.
Intenta salir de la rutina
Cuando estamos acostumbrados a una determinada situación durante muchos años nos anclamos a ella y, de esta manera, cuando se nos presenta un cambio repentino tenemos una mayor dificultad de adaptación y, por lo tanto, un menor desarrollo de nuestra flexibilidad cognitiva.
Por ello, es interesante que incoporemos una serie de nuevos hábitos o actividades en nuestra rutina diaria para intentar salir de este patrón. Lo podemos conseguir mediante el aprendizaje de algún curso o idioma en el que estemos interesados. Además, con la situación que hemos atravesado, la mayoría de los centros educativos se han adaptado a impartir las clases en línea, así que esto nos facilita mucho la compatibilidad horaria.
También puedes incorporar nuevas maneras de hacer las cosas para así crear un nuevo punto de vista de tu rutina diaria.
Realiza ejercicio físico
Sabemos que este punto lo repetimos una y otra vez, pero los beneficios del ejercicio son inmensos, no solo desde el punto de vista físico, también desde la perspectiva psicológica.
La realización de alguna actividad física en nuestra rutina diaria favorece la producción de endorfinas y serotonina. De este modo, conseguimos que nuestro cerebro esté oxigenado y nos provoque una sensación de bienestar tras la realización del ejercicio.
No necesariamente tiene que ser el ir a un gimnasio, también podemos darnos algún paseo por la naturaleza, apuntarnos a alguna clase de baile o, incluso, organizar rutas de senderismo y disfrutar de la caminata y de los parajes que nos vayamos encontrando durante la ruta.
Estimula tu creatividad
A medida que crecemos, tendemos a dejar de lado nuestra creatividad, pero esto es un error, ya que gracias a ella podemos ser capaces de encontrar soluciones alternativas a los distintos problemas o situaciones que nos vayan surgiendo ampliando nuestra perspectiva.
Una de las formas más eficaces para desarrollar nuestra creatividad es a través del pensamiento lateral. Este concepto fue creado en 1967 por el psicólogo Edward de Bono. Su principal premisa es intentar ver las cosas de una manera inusual y, con ello, buscar caminos alternativos para la resolución de los problemas.
Si crees que, después de leer el texto, eres una persona con rigidez cognitiva o, simplemente, te gustaría trabajar tu flexibilidad cognitiva, te recomendamos seguir estos consejos o recurrir a ayuda profesional.
Si acudes a terapia, verás que mediante una serie de ejercicios lograrás alejar la rigidez de tu mente y aprenderás a vivir con una mayor felicidad y bienestar.