La importancia de los abrazos es palpable desde el inicio de nuestras vidas, de hecho, los propios niños sienten lo que se conoce como reabastecimiento emocional cuando se abrazan a sus padres y sienten un contacto cálido.

La simple acción de abrazar genera un equilibrio químico gracias a la producción natural de opioides y oxitocinas cerebrales que provocan calidez, calma y una visión del mundo más acogedora y positiva.

De este modo, si educamos en el afecto y el cariño, nuestros hijos tendrán una mayor producción de neuroquímicos que harán que experimenten sensaciones con mayor interés y satisfacción. Además, se verán con una mayor capacidad para afrontar los problemas, disfrutar del momento y saborear todas las experiencias que les brinde la vida.

Por el contrario, tal y como señala la Dra. Margot Sunderland, la ausencia del afecto en el hogar puede provocar miedos e inseguridades en nuestros hijos que arrastrarán a lo largo de su vida. ¿Por qué sucede esto? Es sencillo. Si durante su infancia sufren situaciones de estrés o comportamientos como los gritos o las malas formas, provocará un bloqueo en la secreción de opioides y oxitocinas que hará que vean el mundo de una manera hostil y con miedo a enfrentarse a los problemas.

Por ello, es muy importante basar nuestra educación en el cariño y en el afecto. De hecho, es algo que deberíamos mantener también en la época adulta para poder seguir produciendo estas maravillosas hormonas de la felicidad.

Si queréis saber más sobre los opioides y las oxitocinas en su relación con el contacto cálido humano, os recomendamos este artículo de la Dra. Margot Sunderland, psicóloga infantil.