El acoso escolar o el bullying siguen siendo un problema para muchos adolescentes. Desde distintos centros educativos se trabaja en la creación de una cohesión educativa; es decir, una unión entre las distintas personas que forman una institución educativa con el fin de acabar con este problema.
Si bien es cierto que se ha demostrado que los beneficios de la cohesión escolar en el campo del acoso son amplios, también ha servido para trabajar otro aspecto entre los adolescentes: el bienestar psicológico.
El cerebro en los adolescentes
Durante la adolescencia, el ser humano experimenta una serie de cambios a nivel físico, cognitivo y emocional que necesita aplicar para su inserción social. Todos estos cambios tienen lugar gracias a que el cerebro pasa a lo que se conoce como fase de poda neural. En esta fase, el cerebro elimina una gran cantidad de conexiones neuronales con el fin de llegar a un cerebro más ejecutivo que sea capaz de adaptarse a las situaciones. Por ejemplo, en la infancia el ser humano tiene rabietas y llora para conseguir algo, pero a medida que crece se da cuenta de que con esa actitud no lo conseguirá. Para llegar a ello, miles de conexiones mueren dejando atrás la conducta desadaptativa para evolucionar a una nueva etapa basada en la experiencia.
La experiencia que se adquiere en la adolescencia tiene su base, principalmente, en la confrontación funcional con el mundo y con las personas adultas, pero en el 2020 y parte del 2021, esa confrontación se está viendo afectada por la situación sanitaria y el aislamiento.
¿Cómo ha afectado la cuarentena y la COVID-19 a los adolescentes?
La interacción resulta fundamental para el desarrollo óptimo del cerebro en la fase de la adolescencia. Durante este periodo, el ser humano aprende determinados comportamientos como resultado de la imitación y la valoración de grupo marca los parámetros morales. Esa relación e interacción con las personas hace que la serotonina, la dopamina y la oxitocina se vean estimuladas y vayan forjando poco a poco el devenir emocional de su futura etapa adulta.
A causa del confinamiento y de las restricciones que limitan los encuentros sociales, el impacto en el desarrollo de los adolescentes ha sido significativo, ya que la segregación de esas sustancias se ha visto reducida. A causa de ello, los trastornos depresivos y ansiosos han crecido entre la población adolescente, lo que ha ocasionado acoso escolar frente a esa vulnerabilidad.
El papel de los adultos y del ámbito educativo frente al acoso
Los adultos pueden ser de gran ayuda frente al acoso, ya que actúan como un referente para los adolescentes y pueden contribuir a reducir el índice de vulnerabilidad en ellos. En el caso de los padres, se ha demostrado que el apoyo parental es un gran factor de protección frente al acoso, pero no solo ellos, también los profesores y el ámbito educativo tienen mucho que decir en este caso.
El incremento de los trastornos mentales en los adolescentes como la ansiedad, la depresión, los ataques de pánico, la ludopatía o el consumo de drogas y alcohol debe ser temas a tratar en los institutos y en los hogares: diálogo puede ser la puerta a acabar con ellos. ¿Cómo?
- Fomentando la creación de espacios de cooperación grupal.
- Estableciendo vínculos con los adultos: padres profesores, familiares, etc.
- Generar diálogo entre los padres y las instituciones educativas.
- Actuar como agentes de cohesión.
- Desmitificar temas tabú y tratar de aclarar todas las dudas que tengan los adolescentes.
Dicho todo esto, podemos concluir que los adultos de los centros educativos son fundamentales para actuar como agentes de cohesión escolar y luchar contra el acoso y ofrecer herramientas a los adolescentes para mejorar su salud mental y sus conductas prosociales de afrontamiento positivo.